El PDR movilizará en total 1.487 millones de euros de fondos públicos disponibles para el período 2014-2020, de los cuales 1.148 millones son del presupuesto de la Unión Europea y 339 de cofinanciación nacional. Y de ese total, casi la mitad se destinarán a restaurar, preservar y mejorar los ecosistemas relacionados con la agricultura y la silvicultura.
Y este peso presupuestario se explica por la importancia del patrimonio natural forestal de Castilla-La Mancha, el cual se llevará casi el 30% del gasto. El objetivo será prevenir los riesgos vinculados a las catástrofes, en particular los incendios, y restaurar la biodiversidad deteriorada mediante operaciones de reforestación con especies adaptadas a los biotopos (espacios geográficos con unas condiciones ambientales determinadas como suelo, agua, atmósfera, etc., para el desarrollo de ciertas especies animales y vegetales). De este modo se pretende mantener la cubierta vegetal de los suelos.
Asimismo, el PDR contempla que se emprenderán 1.000 proyectos para incrementar la riqueza y la resiliencia de los ecosistemas forestales, y la gestión adecuada de los bosques clasificados en Natura 2000 también participará en este esfuerzo.
La buena gestión de estas zonas depende también de la implicación de los actores del terreno, y en este sentido por primera vez se destinarán 24 millones de euros de ayudas para compensar los inconvenientes de las restricciones contenidas en los planes de gestión o instrumentos equivalentes.
Evolución de las prácticas de cultivo. Por otra parte, el PDR entiende que la restauración y preservación de los ecosistemas agrícolas requiere de una evolución de las prácticas de cultivo que orienten los sistemas de producción hacia una gestión sostenible de los recursos. En este punto, el hecho más sobresaliente es la importancia adquirida por las superficies convertidas a la agricultura ecológica, para lo cual se movilizará el 14% del presupuesto en beneficio de 287.000 hectáreas.
Del mismo modo, otra forma de contratos agroambientales participarán en la conservación de la biodiversidad. Así, los apicultores serán remunerados por su contribución al mantenimiento de la flora entomófila, en 150.000 hectáreas, fuera de las zonas habituales de producción. Y también se pretende incitar a los agricultores activos en zonas de protección específicas que abarcan 135.000 hectáreas, a velar por la conservación de las aves (estépicas en particular) y detener su declive.
El PDR contribuirá al mantenimiento de los sistemas de ganadería extensiva vinculados a los pastos naturales y participará en la protección de razas animales y variedades vegetales expuestas al riesgo de erosión genética. En definitiva, de una u otra manera, una quinta parte de las explotaciones agrícolas habrán suscrito un contrato agro-ambiental.
Por último, los proyectos de inversión se evaluarán en función de su ahorro de agua y energía o por que se refieran a la utilización o producción de energía renovable, dotándoles de un porcentaje de ayuda más elevado. El PDRprevé subvencionar 130 proyectos para la mejora de las instalaciones de almacenamiento de estiércol y la construcción de digestores anaeróbicos para la producción de biogás. También se promoverá la modernización y la mejora de los sistemas de riego existentes con más de 500 proyectos, y se hará una operación de reforestación de 15.000 hectáreas.
Los abonos y plaguicidas estropean el estado del agua.
El Programa de Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha pone el acento en el mal estado del agua. Así, en el diagnóstico de la situación para marcar los retos, el PDR señala que en el territorio de Castilla-La Mancha se encuentran siete cuencas hídricas españolas -de las que Tajo, Guadiana y Segura son las más importantes-. En total, presentan 482 masas de agua subterráneas y 72 superficiales, pero más de la mitad de estas masas presentan un estado «insatisfactorio».
De hecho, las cuencas del Guadiana y del Segura son las peor clasificadas. Y todo ello se debe al uso excesivo de abonos y de plaguicidas en la agricultura, que se ha convertido en la principal causa. Sin embargo, al margen de esta constatación negativa, el PDR apunta que Castilla-La Mancha se caracteriza por una buena calidad del agua y unas bajas emisiones de gases de efecto invernadero.
Debido al estudio que sostiene el mal estado del agua, entre los retos que se plantea el PDR se encuentra la formación y el asesoramiento sobre los abonos y los plaguicidas para sensibilizar a los agricultores acerca de los efectos de la actividad agrícola en los recursos hídricos regionales. De hecho, confía en que la evolución hacia una agricultura menos agresiva que se plantea, limitará la contaminación de las masas de agua por los plaguicidas y los fertilizantes nitrogenados.
Fuente: La Tribuna.